La lectura, memoria infinita del ser humano

Lectura, escena familiar bajo la lámpara. Salvador Dalí. 1981. Óleo sobre Cobre. 12.8 x 17.7 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. Madrid. España. Donación de Dalí al Estado español.

viernes, 26 de junio de 2015

Sones de haiku en Federico García Lorca (I), por Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

SONES DE HAIKU EN FEDERICO GARCÍA LORCA  (I)
  
  
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
No se puede afirmar que Federico García Lorca escribiera haiku.  El profesor Pedro Aullón de Haro, en su obra "El haiku en España. Dicho y hecho." nos brinda un par de valiosas páginas sobre el tema, con el título de "Los atisbos jaikistas de Federico García Lorca".  Aullón de Haro comienza dichas páginas citando a Luis Cernuda, el cual "subrayó que muchas veces parece Lorca un poeta oriental, haciendo (Cernuda) notar su riqueza de visión, el artificio, lo recamado de la expresión..." (o.c., p 104).

   Hasta ahí, diríamos que Lorca comulgaba en todo ello con la estética modernista.  Se me vienen a la cabeza frases de la famosa "Sonatina" de Rubén Darío:  "...la princesa persigue por el cielo de oriente / la libélula vaga de una vaga ilusión."  Y es cierto además que en los poemas de Lorca se encuentran alusiones circunstanciales al Extremo Oriente, como "Canción china en Europa" (título de poema), y "En la irregularidad simétrica del Japón" (palabras que forman parte de la dedicatoria del conjunto de poemas titulado "Andaluzas", a Miguel Pizarro), como asimismo una curiosa expresión con el neologismo "japonizar", en el poema "Narciso":

   Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.

   Se refiere sin duda a los propios ojos del poeta, como si mirasen "a la manera japonesa", tal vez con la amplitud de unos ojos rasgados, o alargados horizontalmente.

   Todo lo citado hasta ahora de García Lorca corresponde a su poemario "Canciones".  Y en el "Libro de poemas" figura un romance de casi tres páginas titulado "Canción oriental", pero que en realidad se refiere a la fruta denominada "granada", y que puede resultar  evocadora de la capital granadina.

   Más importancia que estas interesantes sugerencias léxicas pueden tener los cuatro breves textos lorquianos citados por Aullón de Haro   -todos, de "Canciones"-, por su afinidad conceptual con el haiku.  En el presente artículo me propongo comentar dichos textos, dejando para el próximo artículo otras concomitancias haikistas que he visto a través de la creación poética de Lorca.  Paso a comentar los cuatro textos aludidos.


1)  Es todo un poema titulado "Flor", que consta de dos estrofas:

FLOR

   El magnífico sauce
de la lluvia, caía.

   ¡Oh la luna redonda
sobre las ramas blancas!

   Son cuatro versos heptasílabos sin rima.  Aullón de Haro hace notar "cierta concomitancia jaikista en la segunda estrofita".  Aunque en la primera estrofa -señalo yo- hay una metáfora no muy de haiku al convertir a la lluvia en un "magnífico sauce".  El título -y a propósito:  tampoco es muy de haiku el hecho de poner título- hace ver mejor por qué las ramas son blancas,  cooperando con la luz lunar:  simplemente porque están cuajadas de flores blancas.


2) Se trata del comienzo del poema "Narciso" antes citado, que empieza así:

   NARCISO.
Tu olor.
Y el fondo del río.

   El primer verso hace asimismo las veces de título, y rima en asonante con el tercer verso.
La métrica es de 3·3·6 sílabas.  Siguen cinco estrofas más, de la siguiente medida respectivamente:
8·4·3 / 8·8·8·8 / 8·4·3 / 8·8·8·8 / 3·4·6     

   Predomina claramente la pauta octosilábica, que nos suena muy popular, pero que no es muy de haiku.  El poeta juega con la ambigüedad de "narciso":  como flor, y como personaje mitológico enamorado de sí mismo, al verse reflejado en el río (en esta caso, diríase que se aplica al propio poeta).  Ciertamente la primera estrofa -la aquí citada textualmente- tiene sabor de haiku.  No tanto así la última que, aun pareciéndose a la primera, es más romántica que haikista:

   Narciso.
Mi dolor.
Y mi dolor mismo.


3)  Texto tomado de "El espejo engañoso", poema de tres estrofas.  Aunque lo citaré íntegro,  Aullón de Haro cita solo su segunda estrofa.

   Verde rama exenta
de ritmo y de pájaro.

   Eco de sollozo
sin dolor ni labio.
Hombre y Bosque.

  Lloro
frente al mar amargo.
¡Hay en mis pupilas
dos mares cantando!

   La rima es de romance, asonantada en versos pares.
   El cómputo métrico es de 6·6 / 6·6·4 / 2·6·6·6, con claro predominio del hexasílabo:  nada que objetar, creo, desde el punto de vista del haiku, ya que 6 es una cantidad media exacta entre 7 y 5, y ese ritmo se conserva pulcramente en todo el poema, incluso con un pie quebrado de cuatro sílabas en la segunda estrofa;  a esto se une que es dicha estrofa la más conceptualmente afín al haiku, aunque a mi modo de ver subraya mucho la contraposición hombre-naturaleza (en la edición de  Obras Completas (O.C.) que manejo, "Bosque" aparece así, con mayúscula), contraposición que se acentúa en la estrofa final ("lloro frente al mar amargo").  Notemos que lo más propio del haiku sería más bien la integración de estos conceptos.
  

4)   En las O.C. el fragmento  que citaremos figura en el libro "Primeras Canciones", en el apartado "Andaluzas" -el cual lleva una dedicatoria ya antes referida en mi artículo-.  El poema en cuestión se titula "Canción de jinete", y consta de diez sub-estrofas claramente agrupables en estrofas (marcaré la separación de estrofas mediante doble barra inclinada).

   La métrica consta, pues,  de cinco estrofas con la siguiente estructura repetida: 6·6·6 / 6·10 //

    Aullón de Haro cita cuatro de las sub-estrofas cuyo esquema es de 6·6·6;  yo aquí añadiré a ello el dístico final de 6·10 sílabas.

   En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.

  En la luna negra
sangraba el costado
de Sierra Morena.

   La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.

   En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.

   Caballito negro,
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

   El ritmo es uniforme y claro, y puede sugerir el galopar constante de los caballos.  La rima en las sub-estrofas de tres versos es asonante entre los versos primero y tercero, con cierto aire afín al romance. Los dísticos tienen sus versos rimados entre sí, y a veces además con alguno de los versos anteriores de la misma estrofa, como puede apreciarse en el final (aquí citado) del poema.

   Aunque existe la modalidad de "renga" o 'haikus encadenados', la verdad es que toda esta secuencia poética de Lorca no me evoca el renga, sino más bien canciones andaluzas de estilo narrativo, supuestamente musicables y cantables.


  
No quisiera terminar este artículo sin presentar brevemente una comparación que me surge entre García Lorca e Issa.  Se trata de que ambos poetas hicieron referencia explícita y nominal a sí mismos en sus versos, rasgo este que se puede considerar algo "romántico", pero desde luego  poco frecuente, tanto en la poesía española como en la japonesa. Por razones de cronología, empezaré por el autor japonés.

   He encontrado dos haikus de Issa en que el poeta se autocita usando su nombre poético, Issa, por el que es conocido en la historia literaria:

(1)  aki no kaze / issa kokoro ni / omou yoo                              ........................................Issa
(en el texto original figura un antiguo uso de silabogramas, en el hiragana usado para el verso final "omofu yau", que debemos leer como queda indicado en la transliteración precedente).

   Viento de otoño:
Issa en su mente agita
corazonadas.
                          
(2)   yasegaeru / makeru na issa / kore ni ari                               ........................................Issa

   Flaca rana,
no cejes:  aquí mismo
tienes a Issa.                                                                                       .........................................Issa

   Las traducciones son mías.

   La métrica es impecable en ambos poemas de Issa, como era de esperar tratándose de él.
   El kigo es obviamente de otoño en (1), y de primavera o verano en (2), por la mención de la rana.
   La frase deíctica "kore ni" (3)  equivale aproximadamente a  "koko ni" 'aquí (está)'.

   En ambos haikus se actualiza la comparación interna o tácita entre persona y naturaleza.  En (1) el poeta casi literalmente compara -mediante ese final en "-yoo" (que significa 'como si')- el viento otoñal con sus propios y alborotados pensamientos.  En (2), él se compara con una ranita enflaquecida, donde ve una imagen de sí mismo;  y, entrañablemente, se solidariza con el animalito en su debilidad, como diciendo:  "dos débiles unidos valdremos por uno fuerte".

   En los dos casos, la cita explícita del nombre del poeta, frente a la sencillez que parece pedir el uso del pronombre, subraya esa situación de necesidad anímica de compañía sentida por el haijin, conducente a que sus lectores se fijen en él;  y así, acrecienta el valor semántico de la soledad.

   En correspondencia con estos curiosos ejemplos, Federico García Lorca usa su nombre y apellido en el poema "Muerte de Antoñito el Camborio", del "Romancero gitano".  En la agonía, tras una reyerta, de dicho gitano, suena una voz -al parecer, del mismo agonizante- que clama:  

   ¡Ay, Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.

   Es romance, no es haiku;  pero en mis ratos de lectura de ambos autores me ha sorprendido  la afinidad. 


  Y existen más afinidades entre Lorca y el haiku, y especialmente entre Lorca e Issa.  Quedan para el próximo artículo.

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.  Universidad de Sevilla

Pueden conocer más sobre el autor AQUÍ

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